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domingo, 17 de septiembre de 2017

Desde siempre te conozco

Palacio de Menfis, Egipto. Siglo 26 a.C.

La pequeña Naunet nació durante una noche de furiosa tormenta. Las aguas que manaban de oscuras nubes asentaban el polvo del desierto formando pantanosas lagunas. Los relámpagos desgarraban el firmamento iluminando las tierras de Egipto hasta alcanzar la luz de día para luego sumirse en las más oscuras y profundas de las oscuridades.
Naunet rompió a llorar en el mismo momento en que asomó su blanca carita por entre las piernas de Henutsen. Sin embargo, guardó un repentino silencio cuando sus ojos, negros como el azabache, cayeron sobre el pequeño Asim, hijo del tyaty, que espiaba tras la gigantesca columna de granito.
Egipto despertó con las nuevas noticias.

«Jufu, el faraón de Keops, había tenido otra hija.


Así comienza la leyenda jamás contada de Henutsen. ¿No te provoca leer más?
El día 29 sale la novela Desde siempre te conozco, en todas las librerías digitales. En Fnac ya la puedes encontrar en preventa.
Dejo la portada y el book trailer para ir abriendo el apetito. 



jueves, 14 de septiembre de 2017

Un truhan encantador publicado en papel

Hola amigos y amigas, lectores, lectoras, escritores, personas y mundo en general. Sí, habéis leído bien. Un truhan encantador sale publicado en papel el 18 de octubre.
 Para mí ha sido toda una sorpresa que decidieran que Alana y Colbert cruzaran la frontera de lo digital. Yo estoy más que contenta, y ellos seguro que están dando botecitos de felicidad dentro de las páginas del libro.
La novela sale con una portada nueva. Una portada diseñada por Rosa Gámez, una gran profesional, y sobre toda una amiga.
Dejo un pequeño fragmento del truhan y la cabezona. :D Pasad feliz día.


Colbert quiso reírse al ver el atónito rostro de la
muchachita, sin embargo, no se permitió ese gesto. Ella
merecía una lección y tener un poco más de consideración
con sus mayores.
—Con un simple «gracias» es suficiente.
—Estás de broma, ¿no?
Se acercó a ella dando un rápido paso y se detuvo a
escasos centímetros.
—Creo que sería lo justo. —Su paciencia llegó al
límite. Las chicas guerreras le gustaban hasta cierto
punto. Esta estaba sobrepasando la frontera de la mala
educación y, desde luego, si no fuese la hermana de su
cuñada, habría recibido un trato muy diferente. ¡Eso
bien lo sabía Dios!
Ella se colocó las manos en las caderas y se encogió
de hombros con despotismo.
—Ponte cómodo, señor Wakefield, porque vas a
tener que esperar sentado —diciendo eso, se dio la vuelta
hacia las escaleras y desapareció de su vista en un
abrir y cerrar de ojos.